El Gran Negocio de la Enfermedad

Estados Unidos es el país con el gasto en salud más alto del mundo, y a pesar de ello, millones de personas carecen de acceso adecuado a atención médica. No se trata de falta de tecnología o infraestructura, sino de un sistema diseñado para enriquecer a corporaciones y farmacéuticas a expensas de la población.

Las farmacéuticas han secuestrado el sistema de salud. No solo controlan los precios de los medicamentos, sino que participan en un ciclo de corrupción en el que las aseguradoras, hospitales y políticos se benefician de un mercado basado en la enfermedad, no en la prevención. Mientras en otros países los medicamentos esenciales son accesibles, en EE.UU. el mismo fármaco puede costar hasta diez veces más.

¿Por qué? Porque la industria compra influencia. Las farmacéuticas financian campañas políticas, presionan a legisladores y manipulan regulaciones para mantener su dominio. La FDA, en teoría un ente regulador, muchas veces parece actuar más como un cómplice que como un fiscalizador.

El Precio de No Reformar el Sistema

El resultado de esta corrupción es claro:

Millones de estadounidenses mueren o sufren innecesariamente por falta de acceso a tratamientos asequibles.

La bancarrota por gastos médicos es una realidad para miles de familias cada año.

La innovación en tratamientos se ve comprometida, ya que la prioridad no es la salud, sino la rentabilidad.

El Futuro:

La buena noticia es que Estados Unidos sigue siendo un país increible y el sector privado podrá salvarnos. Cada año se forman startups que trabajan duro para hacer del mundo un lugar mejor. Yo empecé Mederi KOI en 2022 en mi habitación porque creía que el acceso a la salud debe ser un derecho, no un privilegio. Desde entonces estamos decididos a desarrollar soluciones accesibles para todos, rompiendo con la corrupción del sistema.
El auge de modelos de salud más inclusivos y accesibles nos acerca a un futuro donde los tratamientos no serán un lujo, sino un derecho fundamental. La colaboración entre la ciencia, la tecnología y la filantropía puede construir un ecosistema de salud equitativo y eficiente.

Nadar contra corriente es difícil, pero es el único camino hacia un mundo donde la salud no sea solo un negocio, sino un pilar fundamental para la humanidad.

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