Vivimos en una era donde todo se polariza: izquierda contra derecha, hombres contra mujeres, blancos contra negros, ricos contra pobres. Cada quien defendiendo su bando, como si la victoria estuviera en aplastar al otro.
Pero mientras discutimos entre nosotros, los verdaderos poderosos avanzan sin resistencia. Aprueban leyes que benefician a pocos, manipulan mercados, concentran información, y controlan narrativas. Lo hacen con calma. Sin gritar. Porque ellos no pelean entre sí, ellos cooperan para no soltar el control.
Nosotros, en cambio, distraídos. Cancelándonos, insultándonos, perdiendo tiempo en guerras culturales superficiales, mientras los problemas de siempre siguen ahí: corrupción, impunidad, pobreza estructural, guerras, salud y educación colapsadas, y una economía que parece diseñada para aplastar a esta generación.
Nunca fue entre izquierda o derecha. Nunca fue entre tú y yo. Es entre los que deciden y los que sobreviven. Entre los que hacen las reglas y los que las padecen. Y cuanto más divididos estemos, más fácil será para ellos seguir ganando sin pelear.
Despierta. No nos quieren despiertos.
Nos quieren divididos.