Contar buenas historias

Una vez escuché una frase que decía ‘’Si quieres tener éxito en la vida tendrás que aprender a contar buenas historias’’ Pensaba haber entendido el significado de esta frase en el momento en que la leí por primera vez, pero no, porque descubrí que decía mucho más de lo que muestra a simple vista a medida que crecía. No se trata solo de aprender a contar en términos de oratoria o de Storytelling. Aquí te explico:

Yo, de niño solía mirar muchos animados y películas (Lo cual agradezco a las industrias de entretenimiento infantil) Mi película favorita era The Lion King producida por Disney, bajo la dirección de Rob Minkoff y Roger Allers. Fue basado en la obra ‘’Hamlet’’ de William Shakespeare. Solía ver esa película, una y otra vez sin cansarme de la trama, y mientras veía la película, también observaba mi propio comportamiento al hacerlo. Me daba cuenta que sin importar las veces que la haya visto siempre me provocaban emociones casi mágicas, aun sabiendo como terminaba la película, igualmente tocaba mi alma como la primera vez; me hacían llorar por la muerte de Mufasa (llorar en secreto, porque era un niño rudo), reír con Timón & Pumba, y hasta enojarme con el villano Scar.

Como todos los niños, yo también solía tener figuritas de acción donde yo inventaba mis propias historias. La imaginación era mi mayor súper poder. A medida que crecía reemplace la televisión y los juguetes por los libros. El primer libro que leí, con el cual perdí mi virginidad lectora fue con el BestSeller del novelista brasileño Paulo Cohelo, por supuesto, hablo de “El alquimista”. Mi personaje favorito durante mi adolescencia era Shelock Holmes. Con el paso de los años comprendí el verdadero significado de aquella frase que decía; ‘’Para tener éxito debes aprender a contar buenas historias” cuando veía cómo las personas perdían a medida que crecían su súper poder; la imaginación. Como diría Albert Einstein; “La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado, mientras que la imaginación no tiene fronteras” y creo que tenía razón.

Recuerdo que, en la escuela, los profesores de literatura intentaban limitar mi imaginación y la de los otros niños. Por eso desde temprana edad tuve cierta rebeldía con el aprendizaje que impartían en las escuelas. No digo de que haya sido un mal estudiante, al contrario, siempre mantuve una disciplina intachable, pero entendí de que quería aprender cosas que en la escuela no me enseñaban, o limitaban mi curiosidad y talentos que hasta entonces no los conocía. Eso sin dejar de aclarar que crecí en un país comunista, donde todo era puro adoctrinamiento político. Por eso decidí tomar la educación en mis manos convirtiéndome en autodidacta desde joven. Y créeme que el tomar la educación por mis manos me hizo crecer mucho más que las personas de mi entorno, a nivel intelectual y cultural.

Leyendo libros, aprendí como se escribe. En debates, aprendí a comunicar ideas. Y en internet, aprendí casi todo lo que necesitaba de grandes maestros. Siempre he sido la auténtica figura de un ratón de biblioteca. Sobre todo, porque tengo cara de ratón. Y gracias a que leía mucho, aún conservo mi súper poder, ya saben, hablo de la imaginación. Comprendí que contar historias no es un don que nace con nosotros, sino que desarrollamos y sobretodo que decidimos cuidar. Lean otra vez; decidimos cuidar. Porque tal parece que el mundo nos roba la imaginación con los años.

En los negocios, por ejemplo; contar historias es una herramienta primordial para atraer la atención de los clientes, persuadir a colaboradores y cambiar al mundo positivamente. En el liderazgo efectiva para inspirar y motivar al equipo, ayudarles a comprender el propósito de tus acciones y a conectar con una visión compartida.

Reafirmo la frase anterior; “si quieres ser una persona de éxito aprende a contar buenas historias” Pero, creo que todos podemos hacer un análisis más profundo a la frase;

Verás, el Homo Sapiens es un animal con conciencia de poseer un destino. Sabe que tiene un principio y que tendrá un final. El hecho de poder contar una historia nos permite aprender de esa única realidad. Es más, las historias dan sentido a esa realidad.

Recuerdo que me gustaba hacer practica de mi imaginación de la siguiente manera; Dedicaba un tiempo a observar a la gente en el transporte público o en atascos del tráfico. Pensaba en cómo debe ser la vida de esas personas usando mi imaginación. Y es que todos somos construcción narrativa. Historias con patas, por decirlo de otro modo.

Como lo señalo el dramaturgo noruego Henrik Ibsen en su obra “Peer Gynt”, el ser humano es como una cebolla. Si la pelamos entera, iremos encontrando capas y capas, pero en su centro no hay nada. Preguntarse por la naturaleza del relato, sería como pedirle una carpa que se preguntará por la naturaleza del agua.

En este sentido, quiero decir que, como seres humanos, somos responsables de nuestra propia historia y de su construcción narrativa. Significa que debemos ser conscientes de quienes somos, como hemos llegado hasta donde estamos, y que deseamos vivir. Y es que, contar nuestra propia historia nos permite crear un sentido de propósito y dirección en nuestras vidas. Nos ayuda a establecer metas claras, superar obstáculos y aprender de nuestras experiencias pasadas.

Yo decidí hacerme responsable de crear mi propia historia, porque sé que nadie más puede hacerlo por mí. Solo tú puedes tomar las riendas de tu destino. Y gracias a esto, he descubierto quien soy en realidad y he aprendido a escuchar mi voz interior. Pero, esto no significa que todo salga como tengas planeado, lo que hace divertida una historia es no saber cómo terminará. Si nunca has contado una historia de ficción, que ni siguiera tu sabes cómo termina, no habrás sentido el valor de la vida misma. Como dijo David Mamet; “Si antes de ponernos a escribir ya sabéis como se las apañará vuestro protagonista para salir adelante, entonces os garantizo que vuestro público lo adivinará enseguida”. Tomando sus palabras, escribir una historia no es tanto una labor de invención como de descubrimiento. La idea es dejarse sorprender por el propio desarrollo de los acontecimientos. ¿Es parecido a la vida cierto?, pues escribir tu historia, es como vivir la vida. Solo asegúrate de que tu historia sea tan buena como para ser contada.

Para contar una historia, primero debe haber una para contar. Puedes leerla, y la manera en la cual lo comuniques, la haces tuya. Pero, también para contar historias, debes crearlas, y creo que crear y contar en lo mismo en literatura. Cuando escribimos estamos contando aún sin tener un público presente.
No será fácil y te puedo asegurar que llegarán momentos en los que te sientas perdido, pero, cuando escribes tu propia historia en base a lo que deseas, las dificultades se convierten en oportunidades para una buena trama. Esto hace tu historia entretenida y no ordinaria.


«La capacidad para crear, imaginar, innovar y perseverar en convertir nuestra visión en realidad. Nos hace héroes de nuestras propias historias»

— Rene De Paz

Para mí, vivir y escribir, son lo mismo. No sé quien creó la anterior frase, solo sé que no la copie de nadie, así lo siento. Al igual que al escribir; tu sostienes el lápiz de tu destino cuando estás viviendo. Y bueno, creo que el significado de aquella frase ahora es más clara y más amplia.

En lo que a mí me respecta; aquí seguiré… sosteniendo el lápiz y teniendo el corazón abierto, listo para continuar narrando mi propia historia, para luego poder contarla, o quizás debería decir; recordarla…

Carrito de compra
es_ESSpanish