¿Hay una escasez de lealtad?

La respuesta corta es, si.y es justamente por eso que la lealtad se ha convertido en una de las virtudes más valiosas y difíciles de encontrar.

A donde mire, noto señales de su ausencia. Lo veo en creadores de contenido que cambian de marcas cada mes, sin convicción, como si el compromiso fuese solo una moda. Lo veo en parejas que confunden deseo con amor y terminan en infidelidades que quiebran lo que alguna vez fue confianza. Lo veo en socios que un día se juran unidad y al siguiente se traicionan por un beneficio inmediato. Lo veo en empleados que migran a la competencia por unos pocos dólares más. Lo veo en amigos que sonríen de frente pero critican a la espalda. Incluso en familiares que, en lugar de apoyarse, se hieren con palabras ocultas.

Y entonces me pregunto, ¿por que?

Al principio pensé que quizá era un tema de crianza: que nunca se les enseñó lo que significaba ser leal. Pero con el tiempo entendí que no todo viene de la infancia. Hay algo más profundo: la incapacidad de muchos para controlar sus impulsos ..

Porque la mayoría de las personas saben que la deslealtad está mal. Y sin embargo, la cometen. No lo hacen, necesariamente, por ser malas personas. Muchas veces lo hacen porque necesitan sentirse valiosas, aunque sea a costa de otros. Es un intento desesperado por llenar un vacío.

La sociedad no ayuda. Nos bombardea con mensajes constantes;

  • "Necesitas hacer más dinero"
  • "Necesitas estar con alguien más atractivo/a"
  • “Tienes que buscar lo que te conviene, aunque lastimes a otros.”

Y esos mensajes, cuando no se cuestionan, terminan por justificar lo injustificable. Hacen que muchos actúen como si la lealtad fuera una carga, en lugar de un valor que los define.

He llegado a la conclusión de que la deslealtad, en muchos casos, nace de la inseguridad .Personas que, por dentro, no se sienten suficientes. Que no creen tener valor por lo que son, y entonces buscan validarse con lo externo: con dinero, con aprobación, con conquistas, con logros que parecen grandes pero que están construidos sobre arena.

No lo justifico. No hay excusas para traicionar, para mentir, para fallarle a alguien que confió en ti. Solo digo que, detrás de muchos actos de deslealtad, lo que hay no siempre es maldad pura, sino fragilidad. Una fragilidad disfrazada de fuerza.

Por eso, cuando me cruzo con una persona leal, me detengo. La valoro. Porque sé que son pocas, que casi no abundan. La lealtad es un tesoro silencioso, que no hace ruido pero sostiene relaciones, proyectos y vidas enteras.

Y quizá ahí esté la enseñanza: debemos cuidar a quienes son leales, porque son escasos.Y también debemos aspirar a serlo nosotros mismos, aunque cueste, aunque implique ir contra la corriente de una sociedad que aplaude la inmediatez y desprecia la constancia.

La raíz más común de la deslealtad no suge de la maldad, sino de la inseguridad y la desconfianza. Pero entender su origen no la justifica, la condena aún más.

-RENE DE PAZ

Hagamos a la lealtad la pura resiliencia!.

La buena noticia es que estas señales no significan que la lealtad haya desaparecido. La lealtad no se extingue sola; son las personas quienes deciden abandonarla. Por eso, también está en nuestras manos preservarla.

Podemos seguir siendo leales. Podemos hacer de la lealtad una promesa personal, una convicción firme de que todavía existen valores que no se venden, no se negocian, y jamás se olvidan.

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